La Palabra de Dios y la Enseñanza en el Grupo de Oración


Por. Diácono Luis F. Entrialgo P.

 

A. LA PALABRA DE DIOS

Es imprescindible que en toda reunión de oración se proclame la Palabra de Dios. Si esto falta, la reunión está incompleta.

Siempre que nos reunamos debemos reservar un tiempo para proclamar la Palabra de Dios pues, a través de ella, Dios nos da la luz, la fuerza, la guía, para poder vivir como cristianos. Sin alimento no se puede vivir. Sin el alimento de la Palabra de Dios contenida en la Biblia no se puede vivir la vida cristiana.

La Palabra de Dios nos transforma

No se debe leer como algo que se estudia intelectualmente o como algo mecánico que realizamos porque eso es lo que se hace.

La Palabra de Dios es viva y eficaz y realiza lo que ella contiene.

Cualquiera de nosotros que escuche la Palabra de Dios con atención y crea en lo que Dios le está diciendo, puede estar seguro que se transforma. Así le pasó a María: Dios, a través del ángel le habló, le pidió su colaboración en la redención del mundo y ella que escuchó y creyó; aceptó y se produjo por el Espíritu Santo, una transformación maravillosa y total de toda su existencia; se convirtió en la Madre de Dios. La Palabra de Dios es capaz de transformar toda una vida y esto, no son palabras, ni es una teoría. Es algo que yo he visto. Yo soy testigo de que eso es verdad.

Lecturas bíblicas que se intercalan en la oración

En algunos grupos existe la costumbre de leer fragmentos de la Biblia durante el tiempo de oraciones espontáneas, muchas veces sacadas al azar. Esto no está mal con tal de que sean dos o tres solamente, pues si no, después no se recuerda ninguno. No deben ser leídas una detrás de otra, sino esperar un tiempo para que se pueda interiorizar la Palabra leída. Durante una reunión de oración a la que asistí hace unos años, hubo una lluvia de lecturas bíblicas. Al terminar la reunión pregunté a dos muchachas si recordaban al menos uno de los pasajes bíblicos que se habían dicho, y no recordaban ninguno. Este no es el objetivo de leer la Palabra de Dios en el Grupo de Oración. No se lee esta porque es lo que se acostumbra a hacer o porque otro lo hace así o porque hay que llenar el tiempo con esto.

"La Palabra de Dios es viva, eficaz y tajante más que una espada de dos filos y penetra hasta la división del alma y del espíritu hasta las coyunturas y la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hbr. 4, 12).

Cuando se proclama la Palabra de Dios en el Grupo de Oración es para dejar que esa Palabra penetre hasta nuestro corazón y ahí nos interpele, para que nos quite la comodidad que a veces tenemos, que nos desinstale.

Compartir la Palabra

Después de un tiempo de oraciones espontáneas de alabanza, de acción de gracias, etc, es necesario que se proclame la Palabra, uno de los fragmentos bíblicos u otra lectura que puede estar preparada por el responsable o animador. Que se lea, que se medite, que se comparta a partir de esa Palabra. No es necesario leer ningún otro libro en el Grupo de Oración. Sólo la Biblia o algún documento del Magisterio; algún documento del Papa o de los Obispos. Ningún otro libro, aunque sea de oración o de espiritualidad. Estos se podrán leer en otro momento.

Siempre se debe reservar un tiempo pare leer la Palabra, para meditarla, preguntándonos cada uno en nuestro corazón, en nuestro interior, qué es lo que Dios me está diciendo a mí a través de Su Palabra, qué es lo que me está pidiendo, qué nos pide como grupo, y dejar que esa Palabra penetre y transforme desde dentro.

Es necesario leer la Palabra de Dios en cada reunión y luego ponerla por obra. No sólo se debe leer, meditar y sacar ideas muy interesantes, sino también hacerle caso a la Palabra. Es necesario escuchar y hacer caso a Dios.

"Aquel que escucha mis Palabras y las pone por obra, será el varón prudente, que edifice su casa sobre roca. Cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y dieron sobre la casa; pero no cayó, porque estaba fundada sobre roca" (Mt.7,24-25).

Frutos de la Palabra en el Grupo de Oración

El cambio que se vaya produciendo en nuestra vida será la señal que indica si hemos hecho caso o no a la Palabra de Dios.

Cuando se proclama la Palabra, esta nos lleva a la fe y a la conversión; al cambio de vida. La mejor respuesta que podemos dar a Dios, es el cambio de nuestra vida en conformidad con Su Palabra.

B. LA ENSEÑANZA EN EL GRUPO DE ORACION

La Vida Nueva que hemos recibido de Jesús, mediante el Bautismo debe ser alimentada para que crezca. Una vida que no se desarrolla, pronto muere. Una forma de crecimiento en la vida cristiana es la Enseñanza.

Los primeros cristianos se reunían frecuentemente y "eran asiduos a la enseñanza de los apóstoles..." (Hch.2, 42). A ejemplo de ellos, en la actualidad, en los Grupos de Oración suele haber un rato dedicado a la enseñanza.

No se trata de dar una clase. En otros momentos, fuera de la reunión de oración habrá oportunidad de recibir la instrucción que necesitamos mediante cursos, seminarios, etc.

La enseñanza debe responder a las necesidades del grupo. El objetivo de la enseñanza es llevarnos a descubrir la Voluntad deI Señor y sus planes, es enseñarnos a vivir las 24 horas del día nuestra fe.

El animador del Grupo de Oración es el instrumento que Dios escoge pare guiar esa porción de su pueblo que es el Grupo de Oración. El animador es el que detecta las necesidades que para crecer espiritualmente tiene su grupo en un momento dado, a través de la oración y el discernimiento que el Espíritu Santo le da. La enseñanza la puede dar el animador u otra persona que reúna los requisitos necesarios pare este servicio (integridad en la fe, preparación y unción del Espíritu). No es necesario ser un teólogo o un sacerdote. La materia de la enseñanza debe ser discernida por el animador con el asesoramiento de un sacerdote si fuera necesario.

Debe ser una enseñanza corta, (15 a 20 min.) con palabras sencillas de manera que todos los participantes puedan comprenderla.

La enseñanza debe ser fiel a la Doctrina de la Iglesia Católica. Somos Grupos de Oración de la Iglesia Católica, y por tanto la enseñanza que se dé en nuestros grupos debe ser la que hemos recibido de la Iglesia Católica. No otra. Está bien que en algunas ocasiones cristianos de otras confesiones compartan la oración con nosotros, pero lo que nunca debe ocurrir es que un hermano separado sea quien dé la enseñanza. Debe ser alguien que tenga preparación, que viva en verdadera comunión con la Iglesia Católica, lleno del Espíritu Santo y una persona de vida intensa de oración.

La enseñanza debe estar basada en la Biblia y la lectura que se medite en la reunión de oración, generalmente debe estar relacionada con la enseñanza. Cuando la enseñanza falta en un Grupo de Oración, este tiende a debilitarse y a no crecer, pudiendo incluso desaparecer.

Pidamos al Señor que nos de la sabiduría práctica que necesitamos para ver cómo El quiere que crezcamos.

Pidamos siempre a María que nos enseñe a escuchar la Palabra de Dios, a meditarla en nuestro corazón y luego a hacerla vida en nosotros. 1 1