LOS MOVIMIENTOS, NUEVA PRIMAVERA DE LA IGLESIA

El Papa envió un mensaje autógrafo al Congreso mundial de las nueva realidades eclesiales

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Juan Pablo II inauguró el Congreso mundial de los movimientos eclesiales que se celebró en Roma desde el 29 de mayo del año en curso, al que envió un mensaje, escrito de su puño y letra, en el que ofreció su opinión sobre estas nuevas realidades que han surgido en la Iglesia católica tras la renovación que trajo el Concilio Vaticano II.

En el Congreso participaron delegados de 56 realidades católicas nuevas, entre las que se encuentran Regnum Christi, Comunión y Liberación, Focolares, Comunidad del Emmanuel, Movimiento de Vida Cristiana, Renovación Carismática, Camino Neocatecumenal, Schönstatt, Talleres de Oración y Vida, Legión de María, Comunidad del Arca, etc. El número de católicos que forman parte de estas organizaciones gira en torno a los 60 millones.

El Papa confesó que «desde el inicio de mi Pontificado, he atribuido gran importancia al camino de los movimientos eclesiales y he tenido ocasión de apreciar los frutos de su difundida y creciente presencia durante las visitas pastorales a las parroquias y viajes apostólicos. He constatado con gusto su disponibilidad a poner sus propias energías al servicio de la Sede de Pedro y de las Iglesias locales. Les he señalado como una novedad que todavía espera ser acogida y valorada de manera adecuada. Hoy día constato, y por ello me alegro, una más madura autoconciencia. Representan uno de los frutos más significativos de esa primavera de la Iglesia preanunciada por el Concilio Vaticano II, pero frecuentemente obstaculizada desgraciadamente por el extendido proceso de secularización. Su presencia es alentadora, pues muestra que esta primavera avanza, manifestando la frescura de la experiencia cristiana, basada en el encuentro personal con Cristo».


Los movimientos «entran en sociedad»

El Santo Padre, quien se empeñó en organizar por primera vez este evento, quiso que en el encuentro participaran también obispos, cardenales y miembros de la Curia Romana. Con ello pretendió que la jerarquía católica sea consciente del dinamismo de estas nuevas fuerzas para que las nuevas comunidades eclesiales vivan de manera más inmediata la comunión en el seno de la Iglesia.

De hecho, el Papa marcó claramente cuál es el objetivo de este Congreso mundial de los representantes de estas realidades: «por un lado, profundizar la naturaleza teológica y la tarea misionera de los movimientos y, por otro, favorecer la edificación recíproca a través del intercambio de testimonios y experiencias».Ante las tensiones que existen en algunos lugares entre las nuevas realidades eclesiales y la Iglesia local, el Papa fue muy explícito: «En varias ocasiones he tenido la oportunidad de subrayar que en la Iglesia no existe contraste o contraposición entre la dimensión institucional y la dimensión carismática, de la que los movimientos son una expresión significativa».


«Movimiento», un término que engaña

A continuación, el pontífice afrontó algunos aspectos muy concretos de la vida de los movimientos. Ante todo se preguntó, «¿qué se entiende hoy por "movimiento"?». Como respuesta reconoció que esta palabra puede aludir a realidades muy heterogéneas. Ahora bien, trató de encontrar un común denominador y así indicó en el movimiento «una realidad eclesial concreta, en la que prevalentemente participan laicos, un itinerario de fe y de testimonio cristiano que funda su propio método pedagógico sobre un carisma preciso donado a la persona del fundador en circunstancias y modos determinados».


La gran tentación

También alertó a los movimientos ante la tentación que en muchas ocasiones les persigue constantemente. «La originalidad propia del carisma que da vida a un movimiento no puede pretender añadir nada al "depósito de la fe", custodiado por la Iglesia con fidelidad apasionada. Ahora bien, esta originalidad constituye un apoyo poderoso, un llamamiento sugerente y convincente a vivir en plenitud, con inteligencia y creatividad, la experiencia cristiana. En esto consiste el presupuesto para encontrar respuestas adecuadas a los retos y a las urgencias de los tiempos y de las circunstancias históricas que siempre son diferentes». 1