HA LLEGADO LA HORA DE RELANZAR

LOS MOVIMIENTOS

Guzmán Carriquiry, subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos

 

 

Ha sido una de las reuniones más imponentes que han tenido lugar en el Vaticano. Roma celebró el primer encuentro mundial de movimientos eclesiales y de nuevas comunidades con el Papa. Más de 150 mil personas participaron en la plaza de San Pedro. Se constató, por primera vez, lo que serán las grandes Jornadas que organizará la Santa Sede durante el gran Jubileo del año 2000. De hecho, se inauguró un palco nuevo que se utilizará para esas ceremonias.

Guzmán Carriquiry, subsecretario del Pontificio Consejo para los Laicos, el laico casado con mayor responsabilidad en el Vaticano, ha explicado a la agencia de la Santa Sede, «Fides», los detalles de este encuentro.

«El encuentro nació por deseo expreso del Santo Padre. Se ha tratado casi de una convocación personal que tuvo lugar en la vigilia de Pentecostés de 1996».

El evento se caracterizó por dos momentos clave. Del 27 al 29 de mayo, se efectuó el Congreso Mundial de los Movimientos Eclesiales, que culminó la tarde del 30 de mayo con un encuentro con el Santo Padre en la Plaza de San Pedro.

El Congreso, cuyo tema fue «Los Movimientos eclesiales: comunión y misión en los umbrales del tercer milenio», contó con la participación de más de 250 delegados de medio centenar de movimientos eclesiales. Asistieron también obispos, representantes de la Curia, delegados de los Superiores de Institutos y comunidades religiosas, observadores católicos, delegados fraternos de otras Iglesias. El Congreso fue, sobre todo, un momento de ahondamiento en la naturaleza teológica de los Movimientos y de intercambio de testimonios.

«Participación imponente»

Pero el momento más esperado fue el sábado 30 de mayo. En presencia del Papa --explica Carriquiry--, cuatro fundadores de movimientos (Chiara Lubich, Luigi Giussani, Kiko Argüello, Jean Vanier) presentaron su testimonio. Derspués, despertó mucho interés el discurso que pronunció el Papa, pues en él se enmarcó el auténtico papel que deben desempeñar estas nuevas realidades en el seno de la Iglesia.

En la historia de la Iglesia hubo siempre movimientos, aunque bajo formas diversas y vicisitudes alternas. Este Papa ha seguido y estimulado siempre su crecimiento, ¿por cuáles motivos? Guzmán Carriquiry responde: «El Papa ha vislumbrado en los movimientos eclesiales uno de los signos de esa primavera anunciada por el Concilio, gran don del Espíritu a la Iglesia de nuestro tiempo, primavera que ha pasado también por momentos fríos y que hoy parece brotar de nuevo con una irrupción de dones y carismas del Espíritu. El Santo Padre descubre en los movimientos algunos aspectos fundamentales para toda la Iglesia: advierte que, en ellos, hay un renovado encuentro y seguimiento de Jesucristo, una experiencia y conciencia de

pertenencia a la Iglesia en cuanto misterio de comunión, una fidelidad y una responsabilidad por la verdad transmitida por la Iglesia en su tradición, un impulso a ir al encuentro del hombre en sus necesidades, deseos y esperanzas».

Entre las características más evidentes de estas nuevas realidades destaca su espíritu misionero. Carriquiry reconoce que en ellos lo importante no son «los programas, las estrategias, los proyectos..., sino de la conciencia de haber encontrado algo grande, verdadero, bello, para la propia vida, que no se puede hacer a menos de comunicar a todos los que encuentra. Es impresionante la difusión de esta experiencia en los últimos 15 ó 20 años. Los movimientos están presentes hoy en muchísimas Iglesias locales de todos los continentes. Se han difundido mucho en la Europa Oriental, incluso en los inmensos territorios de la antigua Unión Soviética. Su expansión en Latinoamérica es muy fuerte y han llegado hoy incluso a África y Asia, aunque su presencia en estos dos continentes no sea aún particularmente significativa. Es más el signo de una promesa, empeño, reto a las Iglesias locales».

¿Tensión con ambientes eclesiales?

Los movimientos han sido vistos con desconfianza por algunos ambientes eclesiales. ¿Está cambiando esta percepción? El subsecretario del Consejo Pontificio para los Laicos considera que estas tensiones se debieron a lo inesperado de su nacimiento y expansión. «No estaba previsto en ningún plan pastoral --revela--. De repente e imprevisiblemente se verificó algo nuevo en la vida de la Iglesia y de las Iglesias. Esto puso interrogativos, rompió los esquemas tradicionales, obligó a repensar los planes pastorales. Todo esto llevó consigo reacciones de desconfianza y, a veces, también de tensión. Los movimientos llevaban consigo toda la riqueza, pero también los límites, de su juventud, marcados a veces por presunciones o intemperancias. Fue un período difícil de aprendizaje de la comunión, durante el cual los movimientos fueron probados en su fidelidad y los pastores aprendieron a reconocer sus frutos, dejando de lado prejuicios».

ZE980528-1

1