El Don de Jesús en la Eucaristía

por el P. Bart Pastor

 

 

"Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo". (Jn.13,1) resume perfectamente la vida terrenal de Cristo. Fue al final de su ministerio cuando Jesús dio prueba de su amor sin fin por sus discípulos instituyendo la Sagrada Eucaristía. La Sagrada Eucaristía puede verse como Sacramento-Sacrificio, Sacramento-Comunión y Sacramento-Presencia.

 

Estas tres, sin embargo, tienen una cosa en común: el don total de Jesús mismo por amor a nosotros. "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15 13).

 

Sacramento-Sacrificio

 

"A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2Co 5 21). Así es como San Pablo resumió la muerte salvadora y total de Cristo en la cruz. Jesús, en obediencia amorosa a su Padre, dio todo de sí mismo como el único sacrificio aceptable para expiar completamente nuestros pecados. En la cruz fue tanto el Sacerdote como la Víctima. Únicamente el amor dictó este sacrificio perfecto:

el amor del Padre, siempre "loco de amor" por todos nosotros, y el amor de Cristo, que fue también tan "loco" como para ofrecer su vida incluso por nosotros sus enemigos (cf. Rm 5 8).

 

Este sacrificio único y perfecto se vuelve a realizar notablemente y recordar constantemente con su poder salvador hoy y hasta el fin de los tiempos en cada celebración eucarística. "Haced esto en recuerdo mío" (Lc 22 19), fue el último deseo y testamento de Jesús. Porque el sacrificio de Cristo culminó en su resurrección gloriosa, creemos que es el mismo Jesús vivo quien continuamente ofrece el don de sí mismo para nuestra salvación eterna.

 

Sacramento-Comunión

           

"El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan" (1 Co 10 16-17). La participación en el mismo Cuerpo y en la misma Sangre, nuestra unión completa y total con Cristo: en eso consiste la comunión.

 

La Eucaristía también es una Comida Pascual sagrada, que conmemora la Última Cena de Jesús con sus discípulos-amigos. El pan fue bendecido, partido y compartido, del mismo modo que el vino fue bendecido y compartido entre ellos como signo de su amistad-alianza. "Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer", Jesús les dijo a sus discípulos-amigos (Lc 22 15). La Cena de Pascua, sin embargo, fue diferente de las otras que habían celebrado antes. Pues el pan ázimo y el vino de mesa fueron transformados por Jesús en su Cuerpo y Sangre. Al comer su Cuerpo y beber su Sangre, los discípulos-amigos podían experimentar verdaderamente la unión posible más profunda con él.

 

En la Comida Eucarística, cada vez que se pronuncian las palabras de la consagración, Jesús se vuelve a ofrecer a sí mismo para ser completamente uno con nosotros. Entonces cuando le recibimos dignamente en la sagrada comunión, nos hace uno con él en un vínculo de amor de alianza, que se cumplirá en la eternidad. "Yo soy el pan vivo bajado del cielo... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día... El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él... el que me coma vivirá por mí" (Jn 6 54-57).

 

En su sentido más profundo la Eucaristía es comunión: la unión de personas en cuerpo y alma, compartiendo la misma vida de amor en las profundidades de su ser. Al vivir en comunión diaria con Cristo, uno podría reclamar con razón con San Pablo: "..y, vivo, pero no yo, sino que es Cristo quien vive en mí ; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí " (Gal 2 20).

 

Sacramento-Presencia

 

"Este es mi cuerpo... Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre... Haced esto en recuerdo mío" (Lc. 22 19-20). Estas palabras nos aseguran la presencia más especial de Jesús en las especies de la Eucaristía. Creemos que todo su ser está verdadera, real y sustancialmente presente, y en el sentido más completo que está totalmente con nosotros, simplemente porque nos ama.

 

Desde el momento de la consagración, y mientras permanecen las especies eucarísticas, Jesús, total y entero, está presente de esta manera especial. Bajo las especies  sacramentales, por lo tanto, Jesucristo debe ser adorado de una manera sólo adecuada para el Dios Vivo.

 

"Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28 20). Esta promesa de Jesús también ahora se cumple en la Eucaristía. A diario Jesús afirma, "Todo lo que soy - mi cuerpo, mi alma y divinidad, te lo doy, porque te amo". Verdaderamente, Jesús no es sólo clemente. ¡Es Pura Gracia!

 

Se vea como Sacramento-Sacrificio o Sacramento-Comunión o Sacramento-Presencia, la Sagrada Eucaristía es la constante, única y maravillosa manifestación de amor de Cristo. ¡Es su Don de Amor supremo!

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