XXXI Encuentro Arquidiocesano de la Habana

31 de julio 2010, Parr. Sgdo. Corazón y S. Pablo de la Cruz (Pasionistas) 
 


Desde horas tempranas, comenzaron a llegar los participantes desde muchos lugares distintos de la Arquidiócesis y también de Trinidad, en la diócesis de Santa Clara.

En esta ocasión se invitó no sólo a los miembros de los Grupos de Oración, sino a todas las parroquias y comunidades a unirse en la Oración a los pies de Jesús Eucaristía por la Iglesia -tan atacada actualmente- y por nuestro país.

El lema del Encuentro fue:
"Recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán mis testigos".
   
 

Nuestro querido Nelson de la Rosa, miembro del Equipo de Coordinación, una vez más nos compartió una enseñanza basada en el evangelio del encuentro de Jesús con la samaritana.

 

A las 10 a.m. comenzó una Hora Santa, animada por el diácono permanente Máximo Jenes. Fue un tiempo de encuentro con el Amor Misericordioso de Jesús que se nos manifiesta a través de su Presencia Eucarística. Oramos por la Iglesia, por los sacerdotes y diáconos, por los religiosos y por todo el pueblo de Dios.

Cada uno pudo hablarle a Jesús cara a cara y abrirle su corazón pidiéndole por nuestro país y por las necesidades indiciduales, esperando que algo pase, porque estamos convencidos de que Él siempre escucha la oración de sus hijos.

   

Terminando la mañana nuestro asesor el Padre Jesús López, celebró la santa Misa acompañado de los diáconos Máximo Jenes y Luis Entrialgo. La predicación de la homilía nos llenó de esperanza y nos hizo sentirnos urgidos a responder al señor que llama y que nos da el espíritu Santo, para ser discípulos y evangelizadores.

El párroco de los Pasionistas, Padre Evelio, desde la mañana estuvo confesando a muchos que tocados por el amor de Jesús vivo, se acercaban al sacramento del perdón. Eran muchos y fue ayudado más tarde con las confesiones por el Padre Jesús López

   

En la tarde tuvimos la oración por los enfermos.

El diácono Luis Entrialgo predicó sobre la misericordia divina, la fe que mueve montañas y del Amor y la cercanía de jesús vivo que sigue actuando hoy en la Ifglesia y en el mundo.

Luego oró por los enfermos y por todos los necesitados, acompañado por el diácono Máximo.

Los testimonios mostraron las muchas bendiciones que el Señor repartió a su hijos.